UN VIANDANTE EN LA PLAZA DE LLERENA

UN VIANDANTE EN LA PLAZA DE LLERENA
( Publicado en el coleccionable del diario HOY   Extremadura todo un descubrimiento. Monumentos, en 1992 .
Reeditado en la Revista de Ferias de Llerena el año 2004)

Un viandante cruza a esta sazón --1601-- por la Plaza Mayor de Llerena. La plaza es amplia, cuadrilonga, y está a todas horas muy animada. En ella se hallan las casas consistoriales, la cárcel pública, las abacerías y la alhóndiga. A un lado se alza el templo de Nuestra Señora de la Granada, con sus amplias galerías formadas por arcos jaharrados de blanco y barandillas de hierro, como arriba, solapando la techumbre, corre una balaustrada con el remate de espaciados pináculos, y abajo, la puerta adintelada, con la granada simbólica, y pétreos escudos denotando el noble abolengo del monumental edificio, que se ve realzado con la artística torre erigida a un cabo del mismo. A esta hora están abiertas las tiendas, y bajo los soportales, resguardándose de la interperie, los vecinos se agrupan y departen animadamente. Hay acaso dos o tres viejos inquisidores memorando el célebre auto de fe impuesto a la secta de los alumbrados; unos hidalgos en apartado lugar, conversan sobre las nuevas de la corte o relatan sus ufanías; varios labradores charlan quejumbrosos del tempero, que se muestra adverso, este año en que las trojes están mermadas y hay saca de granos y aceite para la armada real.

Por un extremo del céntrico espacio urbano, quizás después de haber traspuesto la entrada que da acceso al camino que viene de Villagarcía de la Torre, nuestro viandante entra en la plaza. Es un hombre de unos cincuenta y cuatro años, pelo rubio, nariz aguileña y ancha frente; su paso, aunque lento, es firme, y su figura, no bien trajeada, muestra no obstante cierta dignidad cortesana. Los campesinos han reparado en él y alguien ha dicho, con tono reticente, "Ahí está el manco". Todos han mirado con recelo a este hombre que pasa ensimismado en sus pensamientos y se pierde indifirente a la vuelta de una esquina, camino de la plazuela del Pasquín, del Toledillo o de la Fuente Pellejera, para tener un rato de reposo en el mesón.

Pero seguramente nadie tendría la dicha de intuir que aquel forastero de aspecto humilde y derrotado, que ha venido de Llerena comisionado por el recaudador de bastimentos Miguel de Oviedo, habría de ser con el tiempo aquel "Manco sano, el famoso Todo, el escritor alegre, y finalmente, el Regocijo de las Musas", Miguel de Cervantes Saavedra, autor de la novela que es cumbre de la literatura universal.

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Fernando Pérez Marqués